En la primera fase, se estimula la ovulación de la mujer mediante la administración de hormonas. La segunda fase es la extracción de los ovocitos,
por vía vaginal, con anestesia local y con una duración de 5-10 minutos. Y en la tercera, los ovocitos obtenidos pasan al laboratorio, donde son estudiados
e inseminados para que los gametos hagan su proceso de fertilización por su cuenta, en el caso de la FIV normal; si se recurre a la FIV con microinyección
espermática, los espermatozoides son inyectados uno a uno en cada ovocito. Después, se introducen en incubadoras, se cultivan y son evaluados cada día.
Al tercer día, se seleccionan los idóneos para la transferencia al útero, según diferentes criterios: morfológicos, genéticos… Este procedimiento no requiere
anestesia. Los embriones sobrantes son conservados para sucesivos ciclos, en los cuales la mujer sólo tendría que someterse a este último procedimiento.